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Pequeño manual de autocorrección

Mitos

Las palabras que no están en el diccionario no existen

Esta es una afirmación tan frecuente como falsa. Es decir, es un mito lingüístico. Solemos pensar que si una palabra no está en el diccionario es porque debe ser mala, sucia, fea y no se puede usar. Pues no es así. ⁣Quizás sea tranquilizador encontrarlas ahí, pero el diccionario no crea las palabras, apenas si las recoge y siempre lleva gran retraso en esa tarea. ⁣⁣⁣⁣

Incluso, a veces usamos palabras que sí están registradas pero no con el sentido que les damos. Por ejemplo, el diccionario recoge chato/ta. Es un adjetivo que significa «aplastado», «con poco relieve», «intelectualmente pobre», etc., pero en Argentina empleamos chata como sinónimo de camioneta. Y nadie puede decir que las chatas no existan o que los hablantes estamos mal por llamarlas así. ⁣⁣

⁣Al revés, se podría pensar que los dragones existen porque el diccionario recoge la palabra.⁣⁣⁣⁣

Algo similar ocurre con bizarro: el diccionario recoge «valiente, generoso, lúcido, espléndido», pero el uso más extendido («raro, extravagante») no figura en los diccionarios. Incluso, el Diccionario Panhispánico de Dudas aconseja evitarlo por tratarse de un calco del inglés o del francés.⁣

⁣Las palabras no son de los diccionarios, son de los hablantes. Los diccionarios son guías (para quienes corregimos, de un valor inestimable), pero no son la ley ni tienen la verdad absoluta. ⁣Y hay muchos otros además del conocido diccionario de la Real Academia Española.

⁣Cabría preguntarse por qué a veces pensamos que sí son ley o por qué pretendemos que todo encaje perfecto o por qué esperamos que para todo haya un tip o una receta. ⁣⁣

 

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